Vestidos elegantes y refinados, colores sobrios, detalles preciosos bajo la cúpula del Palais de la découverte… El desfile de Stéphane Rolland dejó su impronta con una colección sencilla y despojada, pero cuyo trabajo sobre los materiales y las formas honra en gran medida la excelencia de la alta costura francesa.
El gris, el negro, el beige y el blanco componen la colección otoño-invierno 2009/2010 de Stéphane Rolland. No hay mezcla de colores, sino creaciones en todos los tonos. El vestido, aparentemente sencillo, se degrada hasta las medias, mientras que otras piezas se distinguen por un juego de drapeados y un generoso rebote en los hombros o las caderas. Saludamos la facilidad con la que el diseñador mezcla diferentes tejidos, añadiendo tul a un vestido de vaina, mezclando materiales transparentes con seda brillante, todo ello manteniendo la elegancia refinada y discreta característica de la Casa.
No hay mucho escote, pero sí espaldas desnudas, piernas expuestas y aberturas justas. Si sus creaciones son glamurosas, es sobre todo gracias a la sutil combinación de materiales y a los deliciosos volúmenes que se adaptan al cuerpo de la mujer, manteniendo siempre un toque de misterio y audacia. La combinación es de rigor para el diseñador, al igual que la chaqueta de hombre y el vestido largo y fluido que no dudaremos en asociar con una americana recta y muy estructurada gracias, en particular, al efecto cónico de las hombreras.
Al final, hubo una impresión grandiosa al final del espectáculo, pero nunca escandalosa. Stéphane Rolland viste a las mujeres con prendas estructuradas pero con una refinada discreción que deslumbra. La superposición de tejidos, los cortes sensuales, las inserciones de terciopelo… Todo está hecho para sublimar una silueta sin revelarla nunca.
Chloe de Trogoff
Imágenes: Agencia Greg Sino Paris